Autor: admin | 11/01/2017
Por Julio Brito A
Hay muchos mitos en la industria automotriz y más sobre los que se basa el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, para montar una campaña absurda, llena de mentiras. Hasta ahora, se piensa que la planta termina, es decir, en donde se ensamblan los vehículos está la riqueza automotriz. Cosa más lejana a la realidad. La manufactura es una tarea repetitiva en donde hay una incesante búsqueda de reducir costos a toda cosa. Es la parte final del proceso, porque todo depende de robots. Cada vez es menos la intervención de la mano del hombre en la línea de ensamble.
La verdadera riqueza y donde están los recursos al por mayor es la investigación y desarrollo. En el área del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Estados Unidos se lleva la tajada del pastel de 277 mil millones de dólares. México apenas participa en cerca de 85 mil millones de dólares entre autos y proveduría. Canadá tiene un mayor equilibrio entre plantas de ensamble y centros de investigación y desarrollo.
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Esta fórmula empezó a operar con el lanzamiento del New Beetle a principios del presente siglo. El auto se diseñó en California, Estados Unidos, se desarrolló en la parte técnica en centros de desarrollo de Alemania y se produjo en México. La innovación, desarrollo, investigación está en esos grandes países y solo la manufactura, el eslabón de menor valor de la cadena se ubica en México.
Si México estuviera disputando diseño, investigación y desarrollo habría motivos para una reacción tan violenta y gandalla de Trump. Los robots, las grandes prensas de troquelados, talleres de pintura, ingeniería, todo viene de afuera y la mayor parte de los Estados Unidos.
Un ejemplo contrario lo tenemos en Europa. A raíz de la caída del Muro de Berlín, en la zona oriental no se fue la manufactura a esa zona, sino centro de investigación y desarrollo y ahora sus ingresos son superiores a los de México y ensamblan un 20% de vehículos que nosotros.
Trump está peleando migajas. Sabemos que su lucha no es económica, sino mediática, pero necesitamos tener claro que México no representa una amenaza para Estados Unidos y mucho menos le quita o roba empleos. Las empresas quieren producir en México, porque la mano de obra es extremadamente barata, que permite competir en mercados regionales.