Autor: admin | 01/03/2017
Nissan GT-R 2017 – el vehículo insignia de alto desempeño y deportividad de la marca – palpita gracias al premiado motor VR38 que produce 565 caballos de fuerza y 467 libras-pie de torque, el cual es ensamblado manualmente por uno de los cinco Takumis certificados para este proceso.
En Japón, el término Takumi se usa para describir a un maestro artesano que ha perfeccionado sus habilidades a lo largo de los años mediante un arduo trabajo y dedicación, y está reservado solo para aquellos que conforman la élite de su profesión.
La tarea de un Takumi en Nissan va más allá de simplemente poner juntas algunas piezas: cada motor que ensambla es una obra de arte y un fiel reflejo de sus habilidades. Su prestigio como ingenieros y su honor tienen que traducirse en adrenalina y emoción para los clientes, por lo cual no liberan ningún motor hasta que están totalmente satisfechos con el resultado final.
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La razón principal por la cual el motor del Nissan GT-R se ensambla a mano y no mediante procesos mecanizados es debido a que el Takumi emplea toda su experiencia y sentidos para eliminar cualquier imperfección que el motor pueda presentar tras una profunda examinación, poniendo en el proceso una parte de sí mismo.
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La intuición es fundamental en su trabajo. Por ejemplo, cuando se instala el cigüeñal una pequeña contaminación puede pasar desapercibida por una máquina, pero es inmediatamente detectable para un Takumi, ya que puede sentir cuando algo no está del todo bien y corregirlo.
También hace uso del sentido del oído y el tacto: al momento de insertar los pistones se aseguran que no hay contaminación al martillar y escuchar atentamente el sonido que genera, mientras que para la cadena de distribución sienten la vibración, algo que muy pocas personas notarían, y evitan posibles daños en el motor.
Una vez armado el motor, los Takumis prueban de manera exhaustiva su obra. Primero lo revolucionan hasta 3,000 rpm; posteriormente, dejan que el aceite fluya al motor y revisan el sonido, y colocan su dedo corazón en el punto donde pueden sentir la vibración, lo cual les permite hacen una mejor valoración y hacer correcciones en caso de que sea necesario.
Poco después de la finalización del propulsor (proceso que dura aproximadamente seis horas), el Takumi responsable coloca con orgullo una placa de aluminio con su nombre en su obra de arte, sirviendo como un recordatorio de los altos niveles de calidad, habilidad y experiencia que empleó en cada momento de su trabajo.
“Constantemente mejoramos nuestra calidad. Lo que yo considero un motor perfecto es uno del que estoy convencido que tendrá el más alto desempeño. Ponemos nuestra alma en cada motor con la esperanza de transmitir esa emoción a nuestros clientes”, comentó Izumi Shioya, maestro Takumi.