Autor: admin | 24/03/2016
Por Julio Brito A.
La grave crisis ambiental de la semana pasada, en donde se tuvo que parar a miles de vehículos, aún con calcomanía doble cero, ante el dramático aumento de contaminantes, que ponen en riesgo la salud humana, no va a quedar impune. Seguramente las autoridades sentarán en el banquillo de los acusados a la industria automotriz, considerada por muchos como la principal fuente de emisión de gases.
Aunque los ciudadanos sabemos que los altos índice de contaminación se deben a una desatinada estrategia de movilidad y al gran fracaso del transporte masivo, las autoridades terminarán recalando con los dueños de automóviles y quienes los venden. Las verificaciones, que tenían el fin noble de disminuir las emisiones, terminaron siendo un impuesto adicional y recursos para el erario, pero es evidente que no disminuyó las emisiones.
En una reunión que llamó la AMDA y AMIA para quejarse de la legalización de autos chocolates en Chihuahua, sus dirigentes evadieron dar la cara sobre el tema ambiental y las autoridades de la ciudad de México aseguraron que será a mediados de abril cuando se den a conocer nuevas normas.
Ojalá y que los remedios sean respaldados por estudios y no ocurrencias. Por ejemplo, durante la crisis petrolera investigadores en Estados Unidos concluyeron que la velocidad ideal para el consumo efectivo de combustible es a 55 millas por hora; o sea, 100 kilómetros por hora. Aquí se impuso una de 50 kilómetros por hora, otra de 80 kilómetros por hora, pero jamás se dio una explicación científica para determinar esas velocidades. Al final lo que sucedió es que los motores estaban en activo mayor número de horas y la respuesta se sintió.
