Autor: admin | 16/02/2016
Por Julio Brito A.
El mercado automotriz vivió durante decenas de años bajo la Doctrina Monroe, es decir América para los americanos; sin embargo, la decidida apertura comercial de 1994, con la entrada en Vigor del Tratado de Libre Comercio, que las mismas marcas americanos impulsaron, inclusive ante su propio Congreso, ha sido el Caballo de Troya, donde las marcas de Asia y en especial las japonesas imponen las condiciones.
Dentro de los mitos de la mercadotecnia estaba el mito de que las empresas coreanas –Hyundai de Pedro Albarrán y KIA de Seong Bae Kim- se iban a canibalizar el mercado y que de rebote le pegaría a las marcas asiáticas. Sin embargo, faltó un pequeño detalle: La migración y los grandes perdedores de la apertura son las empresas americanas. General Motors, que lleva Ernesto Hernández, que de un 28% de participación de mercado, ha perdido cerca de 15 puntos porcentajes; Ford de Gabriel López, con un seis por ciento actual; y Chrysler de Bruno Cattori que le echa muchas ganas y consolidó todas sus marcas para un 7 por ciento.
Las ganadoras son las asiáticas. Nissan, que lleva Airton Cousseau, tomó el liderazgo hace más de tres años y medio y parece complicado que lo pierda. Su posición permite imponer los ritmos en el mercado nacional, que es una combinación precios-equipamiento. Es la izquierda-derecha que todo boxeador quisiera tener.
Kia y Hyundai, que juntas tienen cerca del 5 por ciento del mercado no le quitaron mercado a sus competidoras y mucho menos se canibalizaron. Tomaron los clientes de General Motors y Ford. Muchos jóvenes optaron por el Hyundai i10 en sustitución del famoso Chevy. General Motors no pudo retenerlos a pesar de la lluvia de lanzamientos.
