Autor: JULIO MARCELO BRITO ALVISO | 01/11/2025
Por Julio Brito A.
La industria automotriz mundial atraviesa uno de los procesos de transformación más profundos de su historia. Electrificación, inteligencia artificial, software, energías limpias, nuevos modelos de negocio y redefinición del consumidor están cambiando la manera en que concebimos la movilidad. En este contexto, el Japón automotor —que durante años pareció guardar silencio mientras el mundo discutía baterías, autonomía y ecosistemas eléctricos— regresó a escena con una declaración contundente: la innovación japonesa no estaba dormida, estaba madurando.
El Japan Mobility Show 2025 dejó claro que Japón no pretende seguir tendencias: quiere construir un camino propio. Toyota, Lexus, Mazda y Honda demostraron que su estrategia no pasa solo por lanzar vehículos eléctricos, sino por replantear el concepto mismo de movilidad, respetando su legado de ingeniería y diseño, pero abrazando con fuerza las nuevas tecnologías.
Toyota tomó la batuta con una visión precisa: la electrificación sí, pero con emoción y propósito. El FT-Se y el FT-3e no son simplemente prototipos; son símbolos del renacimiento deportivo japonés en la era eléctrica. No hablan de futurismo abstracto, sino de desempeño, pasión y responsabilidad ambiental. La marca lidera un camino donde híbridos, enchufables y eléctricos conviven como una estrategia inteligente y gradual, algo que resulta particularmente relevante para mercados como el mexicano, donde la infraestructura aún se encuentra en desarrollo.
Lexus, por su parte, llevó el lujo a otra dimensión. Su enfoque abandona las viejas nociones de prestigio automotriz para abrazar un lujo experiencial, donde el usuario vive movilidad como extensión sensorial y emocional. Del minivan de seis ruedas a los coupés futuristas, la marca deja claro que el lujo del mañana será personal, inmersivo y tecnológicamente sofisticado.
Mazda sorprendió con una propuesta emocional: revivir el motor rotativo no como nostalgia, sino como herramienta tecnológica para la electrificación. La visión X demuestra que la marca sigue fiel a su filosofía: placer de manejo, diseño artesanal y alma japonesa. Y al incorporar inteligencia artificial emocional en cabina, Mazda proclama que el futuro no es solo eléctrico: es humano.
Honda apostó por otro camino igual de disruptivo: vehículos eléctricos ligeros, deportivos y accesibles. Mientras otros fabricantes compiten por baterías enormes y plataformas gigantes, Honda plantea un regreso a lo esencial: eficiencia, diseño liviano y conexión directa con el conductor. Es una visión que pone disciplina técnica por encima del marketing tecnológico.
El mensaje para México es claro: debemos anticipar cambios profundos en la cadena de suministro, infraestructura, capacitación técnica y políticas públicas. La electrificación es inevitable, pero su implementación será tan diversa como las estrategias vistas en Tokio. Nuestro país, como centro manufacturero y mercado estratégico, tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de adaptarse y liderar.
Japón volvió a encender su espíritu innovador. El futuro será eléctrico, sí, pero también será emocional, inteligente y profundamente humano. La revolución ya está en marcha. Tokio nos acaba de recordar cómo se construye el futuro: con paciencia, ingeniería y visión.